ÿþ<HTML><HEAD><TITLE>XII CONGRESSO INTERNACIONAL ABRALIC</TITLE><link rel=STYLESHEET type=text/css href=css.css></HEAD><BODY aLink=#ff0000 bgColor=#FFFFFF leftMargin=0 link=#000000 text=#000000 topMargin=0 vLink=#000000 marginheight=0 marginwidth=0><table align=center width=700 cellpadding=0 cellspacing=0><tr><td align=left bgcolor=#cccccc valign=top width=550><font face=arial size=2><strong><font face=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif size=3><font size=1>XII CONGRESSO INTERNACIONAL ABRALIC</font></font></strong><font face=Verdana size=1><b><br></b></font><font face=Verdana, Arial,Helvetica, sans-serif size=1><strong> </strong></font></font></td><td align=right bgcolor=#cccccc valign=top width=150><font face=arial size=2><strong><font face=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif size=1><font size=1>Resumo:217-1</font></em></font></strong></font></td></tr><tr><td colspan=2><br><br><table align=center width=700><tr><td><b>Oral (Tema Livre)</b><br><table width="100%"><tr><td width="60">217-1</td><td><b> Traigo en mis brazos este trofeo para que se cuelgue en tu palacio . Ágave y la manía filicida</b></td></tr><tr><td valign=top>Autores:</td><td><u>María Cecilia Colombani </u> (UM - universidad de moronUM - universidad de moron) </td></tr></table><p align=justify><b><font size=2>Resumo</font></b><p align=justify class=tres><font size=2>El proyecto de la presente comunicación consiste en pensar el papel de Ágave en el episodio final de Bacantes, a partir de su peculiar conducta que parece territorializarla al registro de una filicida. Procuraremos relevar el desplazamiento de la trama del tejido, como actividad paradigmática de la mujer, a las delicias del omophagos, experiencia donde aparecen todas las marcas de un ritual que desterritorializa a las mujeres de sus topoi habituales, al tiempo que la manía cobra un estatuto fundacional en el nuevo modelo de subjetividad femenina. En este enclave pretendemos analizar la conducta de la hija de Cadmo y su perfil filicida desde una dimensión antropológica, para situar a Ágave en la línea de un linaje tenebroso que su conducta parece representar. Se nos impone entonces partir del episodio IV y ver cómo Penteo camina hacia su triste final, de la mano de un Dioniso, que, como sabemos, ha llegado a la tierra cadmea para vengarse ejemplarmente de Penteo, quien ha desconocido su rango divino, cometiendo con su desconocimiento la afrenta más alta que dios alguno pueda soportar. El momento álgido de la manía, plasmado en gesto filicida, anuncia el punto de mayor transformación ontológica. Ser bacante implica dejar de ser mujer para convertirse en otra cosa, para alcanzar una foránea otredad que ubica a las mujeres en el extremo mismo de la experiencia del ser. El menadismo constituye un definitivo pasaporte hacia una extrañeza que roza lo más íntimo del ser. Es desde esa radical alteridad ontológica que recorreremos la conducta de Ágave como madre filicida. La transformación ontológica no se hace esperar; de aquél viejo momento  ocupando sus manos en trabajos agradables a éste, que marca el inicio de la furia asesina, las mujeres sufren la más radical transformación; agregan desplazamiento ontológico al ya operado en su propia condición de bacantes. La primera transformación se puede leer en el punto cero de la tragedia cuando abandonan sus casas y su estatuto ordinario de mujeres-esposas tebanas; la oreibasía así lo demuestra; el ascenso al Citerón implica la consumación de una primera transformación en el orden del ser. Pero, sin duda, aquí está la segunda y la más extra-ordinaria. El ser en otro es la lógica que domina la escena. Han dejado de ser definitivamente ellas mismas para devenir otras, extrañas, extranjeras ontológicamente y así poder consumar el más aborrecible crimen, el que mancha las líneas más directas de parentesco porque hiere la relación más íntima, la más directa y cercana, la de una madre con su hijo, devenido un extraño, un no reconocido. El análisis se centrará en el par reconocimiento-no reconocimiento como díada en la que se juegan estatutos de saber-poder diferenciados, llegando al extremo mismo de la Otredad en el no reconocimiento del propio hijo.</font></p></td></tr></table></tr></td></table></body></html>